Alicia R. Ramírez
Las mujeres no me dejarán mentir, entre nosotras va creciendo la idea de que a los poderosos,
no les conviene el tener un pueblo educado, pues de suceder lo contrario no tendrían la
oportunidad de cometer tanta arbitrariedad con la sociedad. Hoy quienes roban por ejemplo siete
mil millones de pesos, los detienen y los dejan libres, después de tres años de cómodo encierro,
para taparle el ojo al macho, pero quienes defienden a sus semejantes los eliminan o desaparecen.
Ante nuestra vista se comete un serio ataque a la escuela pública durante los gobiernos de
Vicente Fox y Felipe Calderón, por medio, durante largos seis años, de la aplicación de un examen
nacional a nuestros hijos en primaria y secundaria. Los maestros con sus alumnos, dedicaban la
mayor parte del tiempo a practicar en cuadernillos, relleno de bolitas, memorizando preguntas y
respuestas. Si había buenos resultados los docentes ganarían más dinero y, para obtener más
éxito se decía a los alumnos dizque más atrasados no acudir el día de la evaluación, se buscaba la
manera de “soplar” las respuestas “correctas” a los chamacos. La perversidad no conoce límites
pues en varias preguntas, las tres alternativas que se sugerían para contestar eran correctas.
Pocos notan los malignos efectos de ese mecanismo, seis generaciones perdidas, seis años de
más atraso educativo en todo México. Fox introduce en la enseñanza la llamada Modernización
Educativa, para que sus amigos ganen treinta mil millones de pesos, vendiéndole computadoras,
antenas, cañones que a la de a fuerzas se introducen en los salones, obligando a los papás para
que pagaran parte de lo que se conoce como “aula de medios”. Sin dar capacitación a los
maestros, preguntamos a nuestros hijos sobre que les “enseñaban” en esas aulas modernas. Nada,
contestaban, llega el maestro y nos pone aburridas películas. En las clases de cómputo en los
ranchos donde no había luz, ponen a los niños a construir maquetas de computadoras.
A ello, todos lo observamos y no dijimos nada, se agrega la pérdida de dos o tres años a causa
del Covid-19, a los profesores se les obliga a pasar a todos sus alumnos, supieran o no el programa
escolar. Imaginen como llegan a las universidades, si es que logran ingresar. No hubo nada de
actualización, de cursos urgentes para regularizar a los niños o niñas con graves problemas para
entender un párrafo de lectura o hacer una simple suma. Así, de ese calibre fue la respuesta de la
Secretaría de Educación Pública (SEP, donde quien hoy atiende él changarro era la encargada de
recibir papeles durante las mañaneras del Presidente. ¿Qué vamos a hacer con nuestros hijos que
sufrieron un atentado contra su formación durante nueve años?. Y fue triste que no los
regularizarán, pues nuestros maestros tienen toda la capacidad, profesionalismo para haberlo
hecho.