Fidel Rodríguez Ramos

       Desde los inicios del nuevo siglo, como para no creerse, se hace hasta lo imposible para dejar fuera cada año, a muchos chamacos en lo que se dice es su derecho para cursar estudios superiores, la mentira de los gobernantes ha sido eficaz, pues siguen haciendo declaraciones en el sentido de que sólo la educación nos puede garantizar el acceso al progreso, la realidad los desmiente pues tan sólo hoy en la Universidad Nacional Autónoma de México quedaron fuera, son rechazados, usando un criticable examen como pretexto, ciento ochenta mil jóvenes, a quienes se les deja como alternativas ingresar a universidades privadas donde las colegiaturas rebasan los treinta o cuarenta mil pesos mensuales.

  La otra vía es cursar estudios en otros centros creados oficialmente, donde las carreras son un engaño, que busca entretenerlos por tres años, para después arrojarlos al desempleo o comercio informal en las calles. Crece la aspiración de estudiar y, en contrapartida crecen también las medidas para impedir su entrada a las escuelas normales, Instituto Politécnico Nacional o universidades públicas en las entidades de la República mexicana.

  Un mecanismo ingenioso, sugerido en el extranjero, es encargar a algún órgano privado la realización de un examen para ingresar a la preparatoria, normal o universidad. Con ello las autoridades se lavan las manos, diciendo burlonamente, quien no lo “pase” es porque no tiene en el cerebro el chip necesario. Los rectores, directores de normales públicas, sumisamente renuncian a la autonomía que deben salvaguardar, dando “legalidad” a los mercaderes de la educación para que ganen miles de millones de pesos, y lo indigno, los chamacos deben pagar por una prueba ¡para no ingresar a la escuela que desean!. Ese nefasto, ilegal instituto es el Centro Nacional de Evaluación (CENEVAL), que para más burla, cobra también por realizar otro examen a quienes terminan sus carreras de medicina, ingeniería.

   Con el CENEVAL terminan los movimientos de aspirantes y rechazados que cada año, antes, observábamos con molestia en las calles. Sin entender que los muchachos tenían razón de protestar, ante la arbitrariedad de impedir el ejercicio de un derecho contemplado en la sagrada Constitución. Que no se olvide, el CENEVAL ha sido el mecanismo que PRIVATIZA la educación, que mete sus narices donde no le llaman, es como si el pueblo creara un mecanismo para revisar el desempeño, las ganancias de los más poderosos industriales como Carlos Slim. El CENEVAL entra a la Universidad Michoacana calificando la aptitud de quienes terminan las carreras de veterinaria y contabilidad, con el cuento, de que si pasaban su amañado examen ¡podían trabajar en cualquier parte del mundo ¡. Oh sea de que aquí a pesar de prepararse arduamente no tendrían la oportunidad de encontrar empleo. Hoy los chamacos desean, exigen que se hagan más universidades de calidad, no engaños donde se cursan carreras que no tienen ninguna garantía de ser efectivas, y como siempre eso a muchos, como a los partidos políticos ni remotamente  interesa.

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