Fidel Rodríguez Ramos
Para producir una bebida gaseosa, oscura, se requieren 34 litros de agua pura, mínimo por un litro de ella nosotros pagamos más de siete pesos. Las cerveceras, ensambladoras de carros, compañías mineras canadienses, maquiladoras de ropa extranjera ocupan bastante de ella y, no se diga las embotelladoras extranjeras de la misma que van a venderla hasta las puertas de nuestros hogares, abusan de ella, logran grandes fortunas, gracias a la ocurrencia de Vicente Fox que tuvo para regalarles ese recurso que se va agotando, quizás como muestra de agradecimiento, porque él fue gerente general de una refresquera en Centroamérica.
La gente, con mucha razón, protesta por la falta de quimios, medicamentos para atender el cáncer de miles de niños, pero nunca se preguntan cuál ha sido una de las causas que ha motivado su creciente expansión. Hace treinta años, cuando gobierna Carlos Salinas de Gortari, un barco con millones de toneladas de leche en polvo, contaminada con radiaciones causadas por un accidente en una planta nuclear europea, deambulaba por los océanos, tratando de regalar ese producto venenoso y, claro ninguna nación la quiso recibir para cuidar la salud de sus habitantes.
Raúl Salinas de Gortari, sabe del hecho, se pone en contacto con la embarcación y la recibe en Veracruz, recibe el lácteo mortal gratuitamente, para enseguida llamar al encargado de la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (CONASUPO), ¡para venderle ese mortal líquido!. La leche se distribuye por todos los expendios de la compañía, situados en todo el país, la gente, inocentemente, acude con su cubetita a recibirla a temprana hora, sin imaginar qué con el tiempo, sus hijos, familiares presentarían casos de cáncer, como gente pobre, es imposible acudir a un hospital privado para curarse, pues el IMSS, ISSSTE aunque quiera atender ese mal, no dispone de recursos suficientes. En Veracruz un gobernador quizás por la falta de dinero, o por robárselo, entrega agua para que se les inyecte a los niños que padecían ese mal.
Por el mismo tiempo, en Monterrey llega a una planta recicladora de metales, parte del instrumental para tratar en los hospitales el cáncer, se fabrica después varilla y, al revisar el producto se detecta que tiene una alta contaminación ese importante producto para construir. Se da la orden terminante de prohibir su venta. Pero no faltó alguien que supo de la oportunidad de ir a venderla a bajo precio en varias partes de la República, gracias a que los dueños de la planta de Nuevo León no cumplen la orden de destruirla. Se levantan casas, materiales con esa varilla y claro, al paso de los días se presentan cuadros de cáncer en la gente.
Hay crecientes casos de cáncer, y poquitos o nadie, sabe que ello es producto de la contaminación de ríos, lagunas, mantos acuíferos causados por miles de fábricas, empresas mineras que descuidadamente, por accidentes, vierten millones de litros con substancias de metales peligrosos en las aguas que usan para beber, bañarse miles de personas en Sonora. El autor de esos accidentes es Germán Larrea y gracias a su acercamiento con los presidentes de la República nunca ha merecido castigo alguno, ni con el pétalo de una denuncia ha querido resolver una huelga de mineros en Cananea, Sonora que pronto cumplirá quince años. ¿Para eso queremos que regrese el PAN y PRI al poder nuevamente?.