Adén Castro
La condena histórica en el futuro, por lo que está sucediendo en un espacio considerado por la
humanidad como sagrado, ha preocupado hoy al presidente de los Estados Unidos de América, a
Joe Biden quien considera que debe existir una vía para garantizar la creación del Estado de
Palestina, desafortunadamente quien gobierna Israel, Netanyahu se inclina por un arrasamiento,
desaparición de más de dos millones de habitantes palestinos en Gaza, quienes hoy tratan de
poner su vida a salvo.
Muchos han huido, dejando a sus familiares muertos, abandonados, en sus casas, destruidas por
misiles israelíes; maquinaria pesada abre fosas comunes para sepultar a cientos de gentes. Los
hospitales tienen decenas de muertos apilados como simples cosas, heridos a quienes no se puede
atender por la falta de los medicamentos más indispensables. La muerte se ha enseñoreado en esa
tierra santa, al grado de que hacen falta bolsas de plástico para colocar a cientos de víctimas.
La saña de Israel no tiene límites hoy, pues ha impedido la llegada de agua, comida, gasolina,
diésel, energía eléctrica para permitir que funcionen cámaras refrigerantes en los hospitales;
energía en los quirófanos. Los habitantes encerrados han debido consumir agua sucia, los sistemas
de aire acondicionado han dejado de operar, la esperanza no la han querido abandonar los
médicos, creen que el mundo no los dejara solos en éstos críticos momentos, a pesar de que no
tienen a donde huir con sus pacientes, sin embargo, Israel exige que abandonen Gaza.
Curiosamente hace menos de quince días, miles de israelitas abarrotaban las calles, repudiando
al gobierno de Netanyahu, hoy tras el ataque del grupo Hamás han corrido a enfrentar, con las
armas, a sus hermanos palestinos. Clamor mundial es de que se establezca una mesa de
negociación, horas antes de observar una verdadera catástrofe, matanza humana, que estamos en
la posibilidad de impedir. Quienes alentaron el conflicto desde un principio, hoy temen que éste se
propague inevitablemente, con la intervención de Líbano, Siria, Irán.
Hoy urge que se haga realidad lo que se ha acordado ya múltiples veces en la Organización de las
Naciones Unidas (ONU), la existencia en esa tierra divina de dos naciones: Palestina e Israel.
Aunque al parecer de nada valen, lo que se nos ha inculcado desde pequeños, los principios
cristianos, el comportamiento ético que se ha ignorado en dos mil años, es urgente recordarlos,
pues a pesar de las muchas divisiones, intereses egoístas que ha creado un sistema inhumano que
tiene quinientos años, no olvidamos que tenemos un origen único, que pese a todo somos
hermanos, sin tomar en cuenta el lugar en donde nacimos, nuestra posición social, forma de creer,
pensar o actuar siempre y cuando no dañemos a nuestros semejantes.
Es lastimoso que millones de gentes crean que Jesucristo tiene un representante en la Tierra, y
de que toleren como muchos mandatarios ignoren sus pronunciamientos, sus llamados a la paz
que caen en el vacío, que quedan como meras letras o palabras inefectivas, absurdas, necias en los
medios de difusión. Recordamos a la gente de Michoacán, a quienes laboran en universidades
privadas y públicas que Palestina tiene un origen hace cuatro mil años, sus habitantes después de
la Primera Guerra Mundial han mostrado sus buenos sentimientos a los perseguidos israelíes,
acogiéndolos en una tierra donde hoy quienes les dieron cobijo solidario, son considerados
extraños, que deben ser borrados de la tierra.

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