Adén Castro
Yo creo que el infierno que viví en la casa, ya no existe, mi padre no golpeaba a mi madre, pero le
gritaba y amenazaba con dejar su empleo, si insistía en el divorcio, así que ella se aguantaba, y lo
peor, remataba con todos sus hijos.
Llegaba muchas veces ahogado de borracho, y todos a altas horas de la noche salíamos
despavoridos, huyendo del energúmeno que era mi tata. Me desahogaba, encontraba alivio en la
palomilla, donde se gustaba emborrachar ya desde los trece años. Creo que por la forma en que
era tratada mi madre, copie, quizás inconscientemente, sin saberlo, el mismo patrón hacia las
mujeres. A lo mejor por ello perdí preciosas oportunidades con chamacas, que la vida ha acercado
a mi lado, mujeres fabulosas que a pesar del mucho cariño que me tenían me dejaron, por andar
con otras.
Lo bueno era, cuando uno sufre tanto, es como a muy pequeña edad, uno entiende muchas
cosas, ve cosas no muy adecuadas para esos pocos años vividos. Así me explicaba las prolongadas
ausencias de mi padre, por piedad nunca quise mencionar ante mi madre, que él gustaba de la
infidelidad; si porque siempre faltaba dinero para todo.
Lo que hoy desemboca en los feminicidios, se empieza a conocer en la casa, maltrato a nuestras
mujeres, mamá, hermanas. Distinciones donde los hombres tienen mejores oportunidades para
todo: estudiar, salir a la calle cuando se quiere. La escuela nos enseñaba a ser egoístas,
individualistas, a competir, no interesarnos por los demás, a saber, que la educación no era
gratuita, sino que costaba, desde el momento en que uno se inscribía, pagando, a la de a fuerzas
una cuota.
Es real, la sociedad poco a poquito va cambiando, por ejemplo, si alguien ve que se golpea a una
mujer en la calle, de volada interviene uno. Y antes, no pues eso se consideraba “cosa privada”. Ya
muchas chavas dicen que ni locas piensan casarse por la iglesia, pues no comparten eso de que
“hasta que la muerte nos separe”. Las mujeres caen en la prostitución, venden sus cuerpos porque
no hay chance para estudiar o trabajar con un buen salario, hasta hoy el gobierno, la iglesia, sólo
proponen parches para tratar de cambiar esa situación y, eso no es muy efectivo pues de lo se
trata es tratar de tener una nueva forma de vida, donde se pida que haya respeto en todos lados,
sólo así puede cambiar un infierno que muchos y muchas aún viven.

Compartir: