Mexico's President Enrique Pena Nieto, waves upon arrival at Ezeiza International airport in Buenos Aires province, on November 29, 2018. - Global leaders gather in the Argentine capital for a two-day G20 summit beginning on Friday likely to be dominated by simmering international tensions over trade. (Photo by Martin BERNETTI / AFP)

Fidel Rodríguez Ramos
En el 2013, el entonces presidente de México, Enrique Peña Nieto logra que las importantes
fuerzas sociales del PRI, PAN y PRD le aprueben una reforma energética que hasta hoy ha sido
lesiva, ha dañado a la población, pues tan sólo la que contempla el servicio de energía eléctrica, ya
permite dominar, a extranjeros, más de un cuarenta por ciento de lo que ellos consideran es un
mercado y no un servicio público, gracias a que cada año les damos 490 mil millones de pesos, lo
doble que por ejemplo se entrega a nuestros adultos mayores.
Cuando se anuncia esa propuesta, mexicanos, verdaderamente interesados por la suerte de más
de ciento veinte millones de almas, donde la mitad está sumida en pobreza, llevaron a la Corte
Suprema de Justicia de la Nación (SCJN), la solicitud que antes de llevarse a la práctica la idea
entreguista de Peña Nieto, se realizará una consulta nacional, que la gente conociera el proyecto
para aceptarlo o rechazarlo, la idea era legal, constitucional pues las leyes mexicanas la
contemplan.
Los ministros, la máxima autoridad, se fueron por lo más fácil, rechazaron esa medida, pedida por
la gente más consciente, entre los campesinos, maestros, obreros, comuneros, amas de casa,
profesionistas, estudiantes. La Corte dijo que eso no era posible, la medida, al contrario,
beneficiaria a todos; sobre todo al medio ambiente, pues los nuevos servidores que ofrecerían el
fluido eléctrico, lo cobrarían más barato gracias a que lo generarían con el Sol, el viento, gas, y no
con petróleo, diésel como CFE, total México saldría ganando.
Al paso del tiempo, eso se ha visto que no es real, pues por ejemplo CFE tiene una gran extensión
cubierta con paneles solares en Baja California, con la idea de vender energía a EUA. En cambio,
los particulares, se han colgado de las líneas de alta tensión para venderla, a cientos de empresas
a menor precio, gracias a que el pueblo entrega a los particulares, el dinero arriba mencionado.
Además, la energía que les sobre o que no puedan colocar en su mercado, CFE está obligado a
comprárselas al precio que ellos fijen, que siempre es más alto al que le cuesta a Comisión
producirla.
Ese robo, proyecto descarado que borrará a CFE, ha tratado de pararse, quitarle por lo menos las
puntas más agudas, Obrador les ha dicho: “Miren, les damos el 44 por ciento del mercado”. ¡No!
fue la contestación. Enseguida de conocerse la generosa oferta, el PAN, la SCJN dicen que el
acuerdo de 2013 no puede echarse para atrás porque eso provocaría el enojo abierto de Joe
Biden, de Pedro Sánchez de España, de Justin Trudeau de Canadá y, por si fuera poco, ellos nos
denunciarían por el incumplimiento de lo que firman Peña y sus achichincles. En tribunales
internacionales, nos obligarían a pagarles como reparación de daños: 70 mil millones de dólares.
Por eso hoy Xóchitl anda como enyerbada, con Ciro Gómez Leyva, Ricardo Salinas Pliego, la alta
jerarquía religiosa que olvida lo que hizo con el pueblo en 1938; Héctor Aguilar Camín, Carlos
Marín quien antes andaba en la revista Proceso, daba clases en la UNAM, quienes dicen: “Ni modo
palo dado ni Dios no lo quita”. (FRR)

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