Alejandro Martínez Castañeda

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) define el trabajo decente como “las aspiraciones
de las personas en su vida laboral, aspiraciones en relación a oportunidades e ingresos; derechos,
voz y reconocimiento; estabilidad familiar y desarrollo personal; justicia e igualdad de género. Las
diversas dimensiones del trabajo decente son pilares de la paz en las comunidades y en la
sociedad. El trabajo decente refleja las preocupaciones de gobiernos, trabajadores y empleadores,
que dan a la OIT su singular identidad tripartita”.

El empleo productivo y el trabajo decente son factores clave para alcanzar una globalización justa
y reducir la pobreza. El trabajo decente es un concepto que busca expresar lo que debería ser, en
el mundo globalizado, un buen trabajo o un empleo digno. El trabajo que dignifica y permite el
desarrollo de las propias capacidades no es cualquier trabajo; no es decente el trabajo que se
realiza sin respeto a los principios y derechos laborales fundamentales, ni el que no permite un
ingreso justo y proporcional al esfuerzo realizado, sin discriminación de género o de cualquier otro
tipo, ni el que se lleva a cabo sin protección social, ni aquel que excluye el diálogo social y el
tripartismo.

De esta manera, el trabajo decente puede ser sintetizado en cuatro objetivos inseparables,
interrelacionados y estratégicos: principios y derechos fundamentales en el trabajo y normas
laborales internacionales; oportunidades de empleo e ingresos; protección y seguridad social; y
diálogo social y tripartismo.

Estos objetivos tienen validez para todos los trabajadores, mujeres y hombres, en la economía
formal e informal, en trabajos asalariados o autónomos; en el campo, industria y oficina; en sus
casas o en la comunidad. La OIT considera que el trabajo decente es fundamental en el esfuerzo
por reducir la pobreza, y es un medio para lograr un desarrollo equitativo.

Por medio de los objetivos sociales y económicos que persigue, así como los valores y principios
que la guían, la Economía Social y Solidaria (ESS) contribuye a las políticas y desafíos que plantea el
trabajo decente, siendo este modelo económico un gran aliado de la OIT en esta materia.

En efecto, como lo plantea la OIT, las Organizaciones de la Economía Social y Solidaria (OESS), a
través de sus valores sociales y operaciones participativas, pueden realmente desempeñar un
importante papel en la promoción de las normas laborales y la realización de los derechos
laborales. En los países del Sur, esta condición es particularmente cierta para los trabajadores
informales, quienes constituyen la mayor parte del mercado laboral. Al organizar y ofrecer
servicios a los trabajadores de la economía informal, las OESS, frecuentemente en colaboración
con las organizaciones de empleadores y de trabajadores, enfrentan la falta de respeto a los
derechos laborales de los trabajadores informales y medidas inapropiadas y abordan algunos de
los problemas individuales y colectivos cotidianos de los trabajadores.

Particularmente, “las cooperativas ofrecen una serie de ventajas para contrarrestar los difíciles
desafíos en el sector informal, que incluyen una gran competencia entre los trabajadores, malas
condiciones de trabajo, bajos salarios e insuficiente tiempo para participar en organizaciones
colectivas. Las estructuras cooperativas pueden unir las preocupaciones económicas y comerciales
de los trabajadores en el sector informal y también pueden fortalecer las acciones de los
trabajadores y apoyar sus demandas comunes a otros interlocutores económicos y autoridades
públicas”, destaca dicha organización internacional.

Las OESS también prestan particular atención a los grupos vulnerables (por ejemplo, mujeres,
personas con SIDA, trabajadores migrantes, personas discapacitadas) que encuentran barreras en
el acceso al mercado laboral. Por ejemplo, las empresas sociales pueden desarrollar servicios para
satisfacer las necesidades de los grupos vulnerables, pero también pueden contratar a personas
(temporal o permanentemente) que tengan mayor dificultad para acceder al mercado laboral. Al
hacer esto, las empresas sociales desempeñan un papel esencial en la integración laboral.

Fuente: https://www.ilo.org/global/lang–es/index.htm

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