Desde el 26 de septiembre del 2014 no hemos sabido realmente, lo que ocurrió con 43 jóvenes
desaparecidos, de la escuela normal rural, Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero donde estudiara
Lucio Cabañas Barrientos, en los nueve años sólo se ha logrado saber que en ese trágico suceso
intervienen militares, policías, cuerpos especiales paramilitares, gentes ligadas al narcotráfico.
Quien gobernaba el país, era Enrique Peña Nieto y en la primera reunión con los papás se
menciona que los estudiantes participaban en un movimiento o grupo armado. Esa acusación por
supuesto no es real, pues el Estado llevaba un registro puntual, de toda la vida en la escuela
normal, aún más el ejército incrusta a un militar como estudiante, para que le comunicara todo lo
referente a reuniones, acciones, planes.
Por lógica, el real conocedor de lo ocurrido el 26, 27 de septiembre era el Presidente, su
gabinete, sus cuerpos de seguridad, pues ellos tenían, en el momento en que ocurrían los hechos,
todos los detalles. Inexplicablemente, Peña Nieto ha sido deslindado de toda responsabilidad. La
Constitución da a cada presidente la máxima dirección de las fuerzas armadas y, la negativa de su
general Salvador Cienfuegos para permitir que “sus” muchachos fueran interrogados, vuelve más
difícil el saber lo ocurrido, en ese septiembre negro.
Hoy el Presidente Andrés Manuel López Obrador, ha asegurado que toda la información que
guardaba el ejército se ha entregado a una comisión especial interamericana que trata de resolver
lo que se cree fue un crimen de lesa humanidad. Los estudiantes dicen que ello no es así, que las
fuerzas armadas se niegan a entregar 800 documentos. Se trata de llegar hasta las últimas
consecuencias, sin éxito alguno, pues hoy uno de los implicados Jesús Murillo Karam, abandona la
prisión para seguir en ese mismo estado, en prisión domiciliaria. Otro implicado Tomás Cerón de
Lucio corre a refugiarse a Israel.
Una pequeña parte de los papás, se ha desgajado del cuerpo original que exige justicia por sus
desaparecidos, el gobierno atiende por separado a las dos partes. El hecho no aclarado, ha
provocado un lógico descontento de los normalistas, quienes empujaron hacia un portón de
Palacio Nacional, una camioneta. Uno de los participantes, se asegura, es asesinado días después
en Guerrero por un agente policiaco.
Hoy 13 de mayo, se lanzan a Palacio Nacional, explosivos que lesionan a más de veinte agentes
policiacos. A pesar de ríos de tinta que se han vertido en libros, revistas, diarios. Entrevistas,
filmaciones, comentarios no se han podido aclarar dos cosas: El paradero de los estudiantes. Saber
el real motivo que dio lugar a ese crimen.
Una estela de terror, se extiende desde que Peña Nieto, con el concurso del PRI, PAN y PRD,
logra que se aprueben varias de sus reformas, como la educativa que arrebata las plazas
automáticas; la minería que entrega el subsuelo a intereses privados nacionales, extranjeros; la
energética que abre las puertas de Pemex y CFE a voraces intereses privados. Sabedor de que el
pueblo no iba a aceptar tal escenario de robo, implementa la violencia, el terror desmedido. (RRF)

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