Ya nos imaginamos a Zapata, tras el triunfo de la Revolución pidiendo una recompensa por
ayudar a Madero, no está bien el espectáculo que ha brindado Gerardo Fernández Noroña, quien
ha reclamado ser el coordinador de los senadores de Morena, porque según él, ha trabajado
arduamente para que se lograra el triunfo de Claudia Sheimbaum, ignorando que el verdadero
artífice, quien hace todo es el pueblo, hastiado de una oposición que ya hoy clama por
desaparecer por completo, construyendo un nuevo partido como el PRI o PRD.
Se supone que Morena haría un trabajo diferente y, hasta hoy ha sido lamentable el pleito entre
una dirigencia que desea los mejores puestos. Con ello demuestran que han sido buenos alumnos
de los derrotados, como los panistas que se reparten todo en Coahuila, causando enojo a los
priistas que se quedaron nomás mirando. A pesar de haber ido juntos, por la gubernatura.
El oportunismo sigue imperando, el ansia de seguir en el primer plano, sin dar oportunidad a
ninguna figura nueva en Morena, vemos un reciclamiento de las mismas personas, como Olga
Sánchez Cordero que es propuesta por Ernesto Zedillo para trabajar por veinte años, en la
Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), un infame nido de traición contra los pobres. Ahí la
señora Olga se opone a una consulta popular, para ver si se aprobaba la reforma energética de
Enrique Peña Nieto, eso no impide ser llamada en el 2018 para integrarse en el gabinete de
Obrador como Secretaria de Gobernación, donde es una mera pieza decorativa.
Se inflama de coraje, cuando Obrador propone bajar los salarios de los magistrados y del
Presidente de la SCJN; se enfurece cuando hay la idea de dar 15 mil millones de pesos a los
damnificados de Acapulco por el huracán Otis, sonríe cuando a pesar de haberse aceptado dar ese
dinero, guardado en un cochinito en la Corte, no se entrega nada.
Noroña presume y, en ello hay mucho de verdad, de tener una alta preparación en las lides
políticas, conocimientos, valor que se reducen al mostrar que aún le falta mucho para tener
humildad, pues hoy más que un puesto, reconocimiento lo que se necesita es empezar a trabajar
con verdadera seriedad por todo un país, que debe aprovechar, quizás lo que es una última
oportunidad para salir de la barranca. Igual se vio una mujer que lloraba, pidiendo que le
permitieran volver a quedar como encargada de seguridad en la Ciudad de México. Con esas
ambiciones lo único que se propaga es desilusionar a millones de gentes, que están dispuestas a
seguir construyendo una nueva alternativa de desarrollo, que beneficie a todos. (FR)

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