Poco a poco, desde Salinas de Gortari o quizás antes, se fueron apropiando los que se dedican al
oficio de la política, del dinero, qué durante cuarenta años, los inocentes trabajadores, confiaron
al ISSSTE para su retiro. Salinas agarra veinte mil millones de pesos y lo da a los banqueros. Para
resolver la casi destrucción de las pensiones o jubilaciones, el Estado (o sea nosotros) destina una
gran cantidad de dinero para tapar un gran boquete.
Pero no sólo eso, realiza una gran reforma, con el visto bueno de la Suprema Corte de Justicia de
la Nación (SCJN), para desentenderse, de su obligación constitucional para procurar un retiro
digno de quienes durante muchas décadas laboran, nacen las llamadas Aseguradoras de los
Fondos de Retiro (AFORES), donde cada trabajador es responsable de lo que habrá de recibir en su
retiro, de acuerdo a lo que entregue como cuota semanal o quincenal a las mismas. El nuevo
esquema (o robo), se convierte en un excelente negocio para quienes manejan las Afores, pues al
final sólo tienen el compromiso de entregar a cada cotizante sólo la tercera parte de lo que
ganaban en su vida activa laboral.
Esa injusticia trata de resolverla Obrador, proponiendo que se entregue el cien por ciento, el
gobierno, por supuesto qué trataría de buscar los recursos económicos y, como para no creerse,
los partidos de la oposición se niegan a ello, aconsejan a los trabajadores se amparen contra esa
propuesta que sería efectiva a partir de este año.
Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, a PERPETUIDAD entregan más de 1200 hectáreas en Playa
del Carmen, Quintana Roo, a la empresa gringa Volcano. Eso es inaceptable, es negarnos a
nosotros mismos como mexicanos, a consentir que se entregue parte de la soberanía, de algo que
se consigue con ríos de sangre. Esas mismas personas a escondidas dieron permiso a empresarios
canadienses para que explotaran los yacimientos de litio en Sonora; los ingleses reflexionaron y
para no meterse en graves problemas, revenden lo que les dan los malos expresidentes a China.
(RF)
