Una vez más, como en la primera vez en que Donald Trump, deseaba llegar al Capitolio, usa la
palabra para condenar a los mexicanos, de ser los causantes de una serie de fechorías en los
Estados Unidos, pues además de entrar ilegalmente muchos –dijo- se dedican a distribuir, vender
drogas en todas las calles, comunidades, ciudades.
Ellos, según varios analistas, son los causantes por el consumo, abuso de grandes dosis de
fentanilo, cada año, por esa causa mueren más de cincuenta mil chamacos. Gentes clave en el
equipo de Trump, vuelven a encender el enfrentamiento racial, asegurando que somos los
mexicanos: asesinos, flojos, violadores, narcotraficantes y ya desde hoy, aseguran que de llegar al
poder, expulsaran a nuestros paisanos, que no demuestren estar allá de una forma legal.
Vuelve a usarse la cantaleta de seguir edificando una gran muralla, el muro que como serpiente
de metal se observa desde la Rumorosa, ocultando que el tráfico de personas, se ha convertido en
un suculento negocio, donde participan muchas autoridades americanas en la frontera.
El problema del consumo de drogas ya es una calamidad extendida en todo el planeta, en pleno
centro de Los Ángeles cientos de vagabundos, se acercan a los visitantes pidiendo un dólar para
adquirirlas. En algunas ciudades, se consienten que decenas de personas pernocten en las calles,
vivan en pleno centro, sin ser molestados. Gracias a que los familiares de los jóvenes ganan altos
salarios no tienen problema para adquirirlas, inclusive tienen la comodidad de recibirla en sus
propios hogares. Las grandes fiestas, no merecen ese título sino hay para los invitados drogas a
pasto.
Con mentiras, demagogia se asegura combatir tal mercado ilegal, pero es imposible debido a que
el treinta por ciento de la economía americana se mueve gracias a las drogas. Miles de millones de
dólares, desde América del Sur, llegan allá para ser lavados, poniendo agencias de autos, bares,
sitios de recreación; quienes hacen un jugoso negocio con enormes cantidades de dinero son los
bancos.
Después de que termina Trump, su primer período de gobierno, confiesa que poco le faltó para
enviar misiles a los carteles mexicanos, para acabarlos, tal baladronada, echar ese petate del
muerto, nadie por supuesto lo creyó. Si en EUA hay un gran mercado de estupefacientes es
porque el gobierno yanqui, lo permite, es una eficiente arma de control. Afortunadamente, la
actual juventud americana ya no se chupa el dedo, pues en estos momentos de definir candidatos,
salieron a las calles a exigir la paz en Ucrania y Gaza. (RF)

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