Fidel Rodríguez Ramos
Al igual que en México, hoy en Venezuela el presidente Nicolás Maduro, es sospechoso de haber
movido a su antojo las elecciones, para ganar la justa por la presidencia, el pasado domingo 18 de
julio, donde logra obtener un tercer mandato, como máxima autoridad los próximos seis años.
De inmediato muchos medios de difusión, gobernantes del planeta, instancias internacionales
como la Organización de los Estados Americanos (OEA), al servicio de Washington, la Comunidad
Europea (CE), el presidente de Chile, Gabriel Boric, supuestamente de ideas avanzadas; Vicente
Fox y Marko Cortés dirigente del PAN, originario de Michoacán, y por supuesto el gobierno de
Biden, pusieron el grito en el cielo, asegurando que el triunfo de Maduro es ilegitimo.
Curiosamente de inmediato se vuelcan sobre el mundo, imágenes de caos, descontento de
muchos venezolanos en las calles. El mismo proceso de ataques, amenazas que vivimos el pasado
dos de junio que acabamos de vivir en México, se replica en Venezuela, donde una aspirante a
suceder a Obrador fue a los EUA a denunciar el peligro, que sufrirían ellos mismos, ante la
posibilidad de que ganará una supuesta favorita del actual Presidente. “Si ganó –dijo a los
asombrados yanquis- vuelvo a abriles las puertas en México”.
Como no van a estar enojados los poderosos que mueven al mundo a su antojo, pues pierden la
posibilidad de quedarse con uno de los yacimientos de petróleo más grandes del planeta, que hay
bajo el suelo de la patria de Bolívar; y por si fuera poco acaba de descubrirse otro gran depósito de
oro negro frente a la frontera de Venezuela con Guayana Británica.
Todo lo intentan los gobernantes americanos: Un ataque con dron hacia Maduro. Invasión
armada. Retención de oro en banco de Inglaterra. Instalación de un gobierno paralelo, apoyado
por muchas naciones, aplaudido por Juanes y Miguel Bosé.