Alejandro Martínez Castañeda

La Economía Solidaria (ES) es un modelo de desarrollo que busca responder a las necesidades
materiales y afectivas de las personas en base a la cooperación, la autogestión, la reciprocidad, la
solidaridad y el bien común. Es opuesta a la economía capitalista que tiene como centro su propia
reproducción basada en el lucro desmedido, el consumismo, la propiedad privada y la alienación
del trabajo. Quienes abogan por una economía más justa y democrática, están convencidos de que
el sistema capitalista no es la única forma de organizar el trabajo, la distribución y el consumo y, si
bien, es hegemónica en nuestra sociedad, la ES es vista como una forma de resistencia frente al
capitalismo.

La ES se vincula con la Economía Política Feminista (EPF), ya que esta última “constituye una
alternativa sistémica a los análisis de la economía convencional y a las deficiencias estructurales de
un sistema capitalista, heteropatriarcal y racista que ha puesto en jaque la sostenibilidad de la
vida, causando y agravando el conflicto capital-vida”, según lo postulan expertas en el tema.

La EPF es una corriente de pensamiento crítica que busca visibilizar las dimensiones de género de
la dinámica económica. “El análisis económico que realiza la EPF parte de una definición amplia de
economía y plantea como una de las cuestiones centrales de su discurso el papel del trabajo
doméstico y de cuidados. A partir de aquí, se construye un marco teórico con capacidad para
cuestionar el capitalismo y el heteropatriarcado y de realizar propuestas alternativas que se
contraponen al sistema mercantilista centrado únicamente en las relaciones de producción
monetizadas, olvidándose del resto de relaciones que son, sin embargo, cruciales para el
desarrollo de la vida”, destacan.

Postulan que el principal objetivo económico de la sociedad es la sostenibilidad de la vida. Esto
implica plantear la existencia de necesidades de cuidado y afecto que no están presentes en el
mercado, eje central de las relaciones económicas y de producción del sistema capitalista, y que,
por tanto, no todas las necesidades pueden ser cubiertas por recursos materiales (monetizados).

De acuerdo con la economista feminista, Astrid Agenjo Calderón, las ideas centrales de la EPF
serían las siguientes:
 Entender el género como una categoría teórica central, es decir, como una herramienta
para analizar un objeto de estudio distinto a las relaciones de género, aunque siempre

construidas en relación al género (imbricadas a su vez en una intersección de relaciones de
poder);
 Entablar diálogo con otros enfoques económicos heterodoxos que, con vocación inclusiva,
tratan de poner las condiciones de vida en el centro de la economía;

 Un posicionamiento crítico no solo con la ciencia económica convencional, sino con el tipo
de sistema económico que ésta apuntala: un sistema que es capitalista, heteropatriarcal y
racista y que, en su fase neoliberal, está poniendo en jaque la sostenibilidad de la vida de
forma diferenciada, agravando las múltiples dimensiones del conflicto capital-vida.
Conflicto que, en última instancia, se conforma como el principal objeto de estudio de la
EPF.

La articulación conjunta de la visión feminista y solidaria reviste uno de los desafíos
contemporáneos para fortalecer las prácticas de las organizaciones y entidades de la ES desde las
aportaciones y miradas feministas, y así potenciar su capacidad transformadora.

Fuente: https://www.socioeco.org/bdf_dossier-14_es.html

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