Alejandro Martínez Castañeda

El modelo de la Economía Social y Solidaria (ESS) no es solamente una alternativa que busca lograr
que cada organización solidaria obtenga excedentes crecientes para satisfacer las necesidades de
las personas y de las comunidades marginadas del neoliberalismo; se trata de “vertebrar una
nueva economía, a partir de la conformación de circuitos económicos que integren a las
organizaciones individuales, para que entre ellas establezcan relaciones de complementariedad,
conformando redes económicas que impulsen los intercambios y que potencien la generación de
un excedente económico solidario, en cotidiana disputa con el capital y con el capitalismo por el
sentido de lo económico y de la vida en sociedad”, destaca la literatura especializada.

Voces autorizadas indican que, para lograr lo anterior, es necesario desarrollar esfuerzos para
instituir una autoridad colectiva basada en la democracia directa y no en la democracia
representativa. Desde 2003, el EZLN ha estado impulsando un proceso autonómico basado en el
“Mandar Obedeciendo”, que trata de crear una nueva existencia social con relaciones de
reciprocidad, horizontalidad, desmercantilización e interculturalidad.

Asimismo, se encuentra la experiencia de la comunidad indígena de Cherán, un ejemplo de
capacidad organizativa para defenderse de la embestida del crimen organizado, y de recurrir al
derecho como estrategia política y jurídica para hacer respetar su decisión de elegir a sus
autoridades por usos y costumbres, lo que sentó un precedente legal para otras comunidades en
el país. En efecto, Cherán tiene su autogobierno, su ronda comunitaria y proyectos productivos y
ecológicos.

En la ESS, las personas tienen un rol activo en determinar el curso de todas las dimensiones de la
vida humana: económica, social, cultural, política y ambiental, siendo la democracia un principio
de la mayor importancia.

Para impulsar proyectos colectivos de autogestión económica anticapitalista, se requiere una
posición político-ética, que tome en cuenta los siguiente:

• Vale más la salud que el dinero
• Vale más resolver un problema económico que el dinero
• Vale más respetar la diferencia que el dinero

• Vale más ser solidario que el dinero
• Vale más escuchar que el dinero
• Vale más quien produce y transforma, que quien explota, despoja, oprime y desprecia
• Valen más los bienes colectivos materiales (patrimonio colectivo) y subjetivos que la propiedad
privada
• Vale más producir, consumir y transformar en reciprocidad con la naturaleza -pues es ella quien
mantiene la vida andando-, que explotándola. Por tanto, respeto a la madre tierra
• Vale más construir un espacio en donde hombres y mujeres se vean como iguales y diferentes,
en donde no importa de qué género se sea, que preferencia sexual se tenga, que intentar dominar
al otr@ por lo que es y representa.

En definitiva, la solidaridad, la horizontalidad, el apoyo mutuo, el respeto a la diferencia, el
anticapitalismo y la sustentabilidad, son principios que deben permear en las organizaciones
solidarias para alcanzar sus objetivos y, sobre todo, para contribuir a transformar un sistema
económico injusto y depredador del medio ambiente.

Fuente: https://www.socioeco.org/index_es.html

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