Alma Gloria Chávez.
Hace algo más de dos décadas, me sorprendió enormemente saber que en la Cuenca de
nuestro Lago se han realizado estudios multidisciplinarios que logran documentar cómo, desde
hace más de 3,000 años, se ha empleado el sistema de roturación (rotación) para el cultivo del
maíz, asociado al cultivo del frijol y calabaza, bajo un sistema agrícola que hace posible la
regeneración del suelo cultivado. Además, estudios geológicos y arqueológicos, develaron la
presencia de maíz fosilizado de más de 4,000 años, que permiten suponer la familiaridad que los
más antiguos pobladores de esta Cuenca, tenían con la gramínea.
Pero mucho más sorprendida quedé, en el año 2011, cuando, gracias a la invitación que recibí
de la amiga agrónoma Esperanza Pérez, para hacerle una visita a Coxcatlán, Puebla, donde
entonces se encontraba colaborando con autoridades municipales en un plan de ordenamiento, y
pude conocer esa parte del Valle de Tehuacán, que actualmente se reconoce como la Cuna del
Maíz.
Desde el recorrido hecho de Tehuacán a Coxcatlán (una hora aproximada), pasando por
poblaciones como Altepeji, Ajalpan, Zinacatepec y Calipan, el paisaje nos va descubriendo sitios
que desde la primera presencia de grupos humanos, fueron modificando su topografía, haciéndola
propicia para la sedentarización. Por ejemplo, se puede apreciar que sólo en ciertas áreas se
encuentran una gran variedad de cactáceas y otras plantas aptas para el consumo humano, como
si hubiesen surgido de una planeada reforestación.
Coxcatlán se encuentra al sureste del estado de Puebla y colinda al norte con el municipio de
Ajalpan; al sur, con el Estado de Oaxaca; al este con el municipio de Zoquitlán y Coyomeapan y al
oeste con Zinacatepec y Miahuatlán. En palabras de la propia Esperanza, este sitio puede ser
comparable a la antigua Mesopotamia, aquella región del Viejo Mundo, rodeada de ríos; la
nuestra, flanqueada por océanos. Ambas: puntos confluyentes de diversas culturas. Entre los
5,200 y 3,400 años antes de Cristo, etapa en que el hombre nómada se sedentariza en la región, se
comienza a practicar una agricultura basada en plantas y hortalizas, entre las que figuraba el maíz
silvestre (teotl-zintle), siendo éste el más antiguo que se propagó.
Por estudios arqueológicos realizados entre los años 1960-1964, fueron encontrados restos de
maíz cultivado, con una edad máxima calculada en siete mil años, en diferentes cuevas del cerro
rocoso agujereado, ubicado al sureste de la cabecera municipal de Coxcatlán. En base a los
estudios hechos a los restos del maíz encontrados en esa zona, se concluyó que el lugar fue la
Cuna del Maíz en el territorio entonces habitado.
Todo pueblo que reconoce su historia, tiene un “espacio de memoria” y en el caso de
Coxcatlán, el pequeño Museo “Cuna del Maíz”, se encuentra ubicado en el interior de la Casa de la
Cultura Aurelia Izquierdo de Bravo, custodiado por la Brigada de Rescate de Lugares Históricos y
Arqueológicos de la Villa de Coxcatlán. En este sitio, se puede observar una importante muestra
de piezas arqueológicas que testimonian la presencia de grupos humanos en épocas ubicadas hace
más de siete mil años. Además, una de las jóvenes integrantes de la Brigada, de nombre Xóchitl y
que el día de mi visita atendía el recinto, me mostró una serie de fotografías de lugares como la
Cueva del Maíz; de algunas tumbas ya excavadas en los años 60 y de la Presa Purrón: una obra de
ingeniería hidráulica sorprendente para tantos miles de años de antigüedad.
La Presa Purrón, describe el folleto del Museo, “es la prueba más contundente de que
Coxcatlán es Cuna del Maíz, ya que esta infraestructura hídrica es la más antigua de América y sin
duda fue base de la cimentación de la agricultura”. En la presa, “están al descubierto eficientes
sistemas prehispánicos de control de aguas, siendo un complejo de presas en el cañón del arroyo
Lencho Diego, afluente del río Salado, en el sitio conocido como Miquitongo, perteneciente al
municipio de Coxcatlán. La cortina principal fue construida en cinco etapas sucesivas, de manera
en que cada una de ellas se fue elevando el nivel de la corona. Resulta una obra monumental con
una sección transversal en forma de pirámide y volumen de aproximación de 370 mil metros
cúbicos de material construido (piedra y arcilla); por otra parte, la capacidad de almacenamiento
de la presa principal, era de unos 2’700,000 metros cúbicos de agua, volumen suficiente para regar
unas 900 hectáreas… por sus dimensiones, también se reconoce como la mayor presa construida
en el Continente, en la antigüedad.
De períodos posteriores, en Coxcatlán se han encontrado vestigios de un centro ceremonial
alusivo a las representaciones del equilibrio de la humanidad (hombre-mujer), personificadas en
Coatlicue (la de la falda de serpientes) y Xiuhtecuhtle (la atribución joven); esculturas en piedra
que actualmente se resguardan en el Museo Nacional de Antropología e Historia de la Ciudad de
México, y de las que la Brigada de Rescate está solicitando su reproducción, para integrarlas al
Museo.
Rodeado de las Sierras de Zapotitlán, la de Zongolica, Veracruz y la Mazateca, de Oaxaca,
Coxcatlán fue un punto de confluencia importante en la ruta del centro del país a Guatemala. La
diversidad de productos naturales que se encuentran en los mercados locales, ofrecen testimonio
de un amplio conocimiento y adaptación de distintos grupos culturales en el lugar. “Sólo es
necesario un ordenamiento territorial, para que los habitantes de este sitio tan rico en historia y
cultura lo conozcan y aprecien más; lo revaloren y lo den a conocer con el mejor sentido de
apropiación: como el invaluable patrimonio que es y ha sido durante miles de años”.
Han pasado más de 13 años desde que visité aquella región. Mi amiga Esperanza, en el tiempo
que permaneció por aquellos rumbos, logró empaparse de todo cuanto pudo, para conocer la
historia de Coxcatlán y en especial de los estudios realizados en los años 60’s por el grupo de
especialistas encabezados por el estadounidense Richard S. Mac Neish, de la Universidad de Texas.
Ella contribuyó, de alguna manera, a promover mayor interés y atención por parte de autoridades
y pobladores encabezados por la Brigada de Rescate de Lugares Históricos y Arqueológicos de la
Villa de Coxcatlán, Puebla, y debe considerarse satisfecha por lo que ella menciona como
“pequeñas aportaciones” surgidas de su interés personal.
Hoy que recuerdo aquella experiencia, he sentido la necesidad de traerla al presente de este
entorno que, personalmente, “duele”. Porque en nuestro entorno, cada día, vemos “desaparecer”
la riqueza de la Milpa; el Agua cada vez es más controlada y abastece a grandes extensiones de
monocultivos y fraccionamientos; nuestros bosques, siguen siendo violentados por el fuego, y por
la “tala”… Y sin duda, lo que más duele, es la indiferencia de quienes ignoran una historia
milenaria, con una riqueza cultural que resulta imposible valorar en dinero.