Fidel Rodríguez Ramos

   El ingenio, la suciedad en política, no conoce límites, ni fronteras, ahí todo vale. Como en Michoacán donde un candidato que gana la gubernatura, manda poner cientos de pintas en las bardas de varios municipios, ofreciendo becas para los jóvenes, se daba dirección, requisitos y toda la cosa. Unos cuantos pudieron recibir una, dos veces ese beneficio después simplemente desaparece el programa.

  La burla, como se comenta arriba, el engaño se usa para justificar, ocultar una nulidad, falta de ética, profesionalismo para gobernar. Pero eso no fue nada, hace muchos años en América del Sur, un candidato llega a comunidades apartadas para ofrecer zapatos a quien lo deseara, pero comprometiéndose el beneficiado a votar, por quien le había llevado ese “desinteresado” presente. Ganaba el “donador”, y regresaba con el otro zapato que faltaba para tener el par.

   Muchas veces quienes daban dinero en México a cambio de un voto, eran defraudados. Así que inteligentemente pensaron en un recurso, para no perder dinero ni voto, inventaron el voto estafeta, a quienes se ofrecía dinero, se les entregaba una boleta ya cruzada, lista para meterse en la urna, para recibir lo ofrecido debían entregar la boleta sin usar que se les daba en la casilla receptora. Con el celular eso queda atrás, ahora debían llevar una imagen de la boleta tachada a favor de quien daba quinientos o mil pesos.

   Quienes estábamos en las casillas, como representantes de partido, estábamos preparados para cualquier intento de transa, engaño, truco, recurso para impedir que ganaran los de siempre. No recibíamos de los otros partidos nada de comer, porque muchas veces en las tortas había purgantes que nos mantenían todo el día en el baño, mientras otros se despachaban con la cuchara grande. Llegamos al grado de llevar una lamparita de luz sorda, porque a la mera hora de contar los votos, extrañamente se iba la luz.

   Tedioso era al final de la jornada contar, checar los talonarios para ver si el sufragio correspondía con el número de folio, hacer actas, aclarar las irregularidades, a las diez, once de la noche ya estábamos noqueados, por eso el secretario decía 10 votos para el PRI, 180 para la oposición, ¿ de acuerdo ?. Todos decíamos ¡Sí! por el contento, no nos fijábamos que en el acta, a la velocidad del rayo, ponía otros dos ceritos al tricolor. Todo lo usan, se valen de la psicología, del humanismo, agradecimiento de los votantes, por eso cerca de las casillas se lleva a cabo la Operación Tamal, donde se ofrecía menudo, café, galletas, atole, tamalitos. Eso por supuesto impactaba a quienes no estaban muy seguros de a quien dar su voto. Recordaban que habían desayunado gracias a un militante del PRI.

  Célebre era la Operación Ratón Loco, ibas a tu casilla a votar y te decían: “Ya aquí no es, vaya a la Estación”. Uno corre allá, después de estar formado unos quince minutos, le comentaban: “No, a usted lo cambiaron a la Vista Bella”. Poquito antes de cerrar llegaba uno, para escuchar: “No pues no, aquí no está acuda a la especial que se encuentra en el Caltzontzin”. Desesperado uno en la especial sólo alcanza a oír: “Amigo, se acabaron las boletas, mandaron muy poquitas”.

Compartir: