Fidel Rodríguez Ramos-José Octavio Ferreyra Rodríguez

       Quienes deseaban la libertan de México, ya llevaban tiempo reuniéndose en secreto, conspirando en Valladolid (hoy Morelia), Querétaro y Guanajuato.

        A esas juntas se invita a Hidalgo, al militar Agustín de Iturbide que no acepta seguir escuchando lo que parecía imposible ¡ser libres de España! El deseo poco a poco se va materializando con más simpatizantes, con la fabricación de instrumentos de lucha que en un principio fueron lazos, machetes, lanzas.

       Hidalgo pronto llega a ser el cerebro del complot, se interesa por saber cómo se fabrica un cañón. Al ser descubiertos esos insurgentes deben acelerar la insurrección en Dolores, en una célebre madrugada donde algunos temerosos se dan cuenta de la magnitud de la obra, del reto hacia un imperio.

       No tengáis miedo, dice Hidalgo, el triunfo es seguro, lo tenemos a la mano. Este quince de septiembre anuncia una nueva alborada para todos ¡dejaremos de ser esclavos! ¡Termina nuestra infancia!

       Señor -dice alguien del pueblo- ¿pero con que armas lucharemos? Hidalgo contesta: “Armas sobran, las traen y no se dan cuenta, enseña los puños, toma una piedra, un garrote, con esas nos haremos respetar, triunfaremos”.

       Las hondas, los instrumentos de labranza son unidos a las armas que el pueblo quita a los soldados del rey después de encerrarlos. La mañana del dieciséis ve el desplazamiento de una columna numerosa, que logra contundentes triunfos que permiten nombrar autoridades en los lugares liberados, donde solemnemente se declara el fin de la esclavitud.

       Los considerados ignorantes, pobres de cuerpo y espíritu llegan a las goteras, a la entrada de la capital de la Nueva España, a México, inexplicablemente Hidalgo da la orden de retroceder, de no tomarla.

       El hecho provoca la división, el enojo de los principales dirigentes contra quien es hoy considerando el padre de la patria. La situación es aprovechada por las autoridades realistas que logran tomar prisionero a Hidalgo, juzgarlo y ordenar su fusilamiento.

       Inicia el gobierno servil de los reyes españoles un sangriento periodo de represión, terror para asustar a los miles de seguidores del movimiento, Hidalgo es decapitado, su cabeza colgada en una jaula en la alhóndiga de Granaditas en Guanajuato.

       La antorcha es recogida por Morelos quien da toda una formalidad, seriedad al movimiento organizando un Congreso donde estarían representantes del pueblo, redactando leyes, nombrando autoridades por medio de la Constitución firmada en Apatzingán.

       Todo el imperio español se volcó sobre Morelos, Matamoros, la familia Galeana, Vicente Guerrero, Nicolás Bravo, el Amo Torres, Pedro Moreno, Francisco Xavier Mina, después de once años sangrientos debió reconocer su fracaso frente a un pueblo sediento de libertad y justicia.

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